
Antes, un pequeño inciso. ¡¡¡Ay con Shuma!!! Hoy he entrado en su locutorio. Estaba borde y muy antipático. Yo me he comportado cómo un cliente más, le he pedido un ordenador, le he pagado, y me he ido sin decirle adiós siquiera. Si ya pasaba de él, más aún ahora. Pasó a la historia.
Luego, sorpresa. Me ha llamado mi amigo, por llamarle algo, Luis. Me ha sorprendido, pues el 99'99 % de las veces siempre le llamo yo, y es casi a diario desde hace años. Excepto estos últimos meses, que le he pedido que me llamara él, pues cómo sabéis, mi economía está muy precaria. Lo que hago, es hacerle una llamada perdida, y él me llama. Antes, hace tiempo, para que él me llamara, tenía que pedírselo yo, si no, pasaba. Es que es mucho más cómodo, y barato además, que te llamen a ti siempre. Bueno, el caso es que me ha llamado porque había un motivo. Y este era que quería saber que había pasado con una entrevista de trabajo que tenía que concertar yo hoy. Sorprendido y agradado me he quedado por el detalle, porque para mi, viniendo de él, es un detalle por lo menos. Luego, en la conversación, cómo paso, o empiezo a pasar bastante de él, le he dicho una mentirijilla, por no explicarle la verdad, esta era más complicada, y no tenía ganas de hablar con él. La realidad es que a los cinco minutos no sabía ni que decirle, cosa que nunca me había pasado así, de esta manera. Al final, colgamos, menos mal. Yo, es que soy un persona muy agradecida, y no es por echarme flores, pero odio la falsa modestia, y esto es así. Lo digo porque esta simple llamada suya me ha ablandado, y no puede ser. Yo soy de los que me hacen cien malas, una buena, y cómo si no me hubieran hecho ninguna mala, y esto hay que cambiarlo. Ya estoy harto de eso. Entonces, he racionalizado el ablandamiento, y sigo cómo ayer y hoy pensaba y actuaba con él. Yo ya, ni le hago una llamada perdida. Si no sale de él el llamarme, entonces le llamaré yo y se lo diré, que que pasaba que no me llamaba. Que se vaya acostumbrando a llamar el solito. Que me cuide. Y si no, puerta. De cualquier manera, con lo que ha pasado, me ha decepcionado de tal manera, ha rebosado tanto el vaso (estaba pensándolo hoy), que ya empiezo a pasar olímpicamente de él. Por eso quizá, o seguro, no sabía ni que decirle cuando me ha llamado hoy. Lo siento mucho por todos los años de amistad que haya o ha habido, pero a mi no me trata cómo el quiera tratarme, o sea, mal. Eso, a otro que se lo aguante, a mi no. Una pena, once años de hablar y de e-mails, y se van al garete en poco tiempo. Pero él se lo ha buscado, y se lo ha ganado a pulso, pero a pulso, lo puedo jurar.
En fin, que ya no tengo ganas casi ni de escribir sobre él, estoy raro, cómo harto y decepcionado a tope, cómo os he dicho antes, creo. Por eso, voy a dejar de hablar de él, al menos hoy, y seguramente, poco a poco -o de golpe casi, nunca se sabe- para siempre, para su desgracia.
Un beso muy grande, cómo siempre, de vuestro amigo, Jack.
P.D. Y cuando digo que me cuide, me refiero además a que cuando le digo que tengo un día deprimido a tope, que estoy fatal, que he estado a un "tris" de suicidarme otra vez, que me llame pasadas unas horas, o por la tarde, o al día siguiente, a ver que tal estoy. Está por la primera vez que lo haga. Y yo, eso, soy incapaz de hacerlo, de no cuidar a una persona así. Es lo mínimo, por amistad, y humanidad.
5 comentarios:
Ya era hora de que reaccionaras. Pasa de el olímpicamente, cómo tú dices. Gente así no te merece. Un besazo. Max.
Opino lo mismo. Otro besazo. Brian.
Y yo. Un besazo, Javier.
Y yo también. Más besos. Alvaro.
¿Es que os habéis creido Dartagnan y los Tres Mosqueteros? ¿Uno para todos y todos para uno? Joder con los cuatro. Mil besos. Jack.
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