lunes, 29 de marzo de 2010

NOMAR ¡¡¡CUÁNTO TE QUIERO!!!


Me gustaría que sintiérais el sentimiento, la nostalgia, y el gran cariño con los que escribo esta entrada.
En la anterior, dije que no me gustaban los centroamericanos. Hagamos una excepción.
Aunque Puerto Rico sea prácticamente Estadounidense, pues es un Estado Asociado a los EE.UU. sigue siendo Puerto Rico. Y por eso lo digo.
Con 31 años yo, tuve la gran suerte de tener la pareja, que si ya era bella por fuera, era la más bella persona que jamás yo haya conocido por dentro, aparte de mi padre, claro.
Murió de cáncer de cólon cuando no llegaba a los 38 años. No sabéis con que cariño y nostalgia le recuerdo.
La primera vez que vino a España, se pasó en casa un mes, y vino en contra de todas las indicaciones de los médicos, pues sufría una crisis cada seis meses. Fueron de los mejores días de mi vida. Alquilamos un coche, y nos fuimos al sur. Pusimos nuestro centro neurálgico en Benalmádena, y desde ahí nos movíamos. El caso es que al volver, nos equivocamos de carretera, y pasamos cerca de la sierra de Granada, que aún tenía nieve. Era la primera vez en su vida que la veía, y se puso cómo un niño pequeño de alegría. Teníais que verle, tan grande, medía 1'90, con una complexión fuerte, varonil, y bello cómo el alba, aunque suene cursi. Y dando esos botes, daban ganas de achucharle hasta no poder más. Dijo que vendría en invierno a esquiar. Me preguntó estaciones, y yo le dije que para esquiar, mejor que se fuera a Aspen en los EE.UU. que le iba a salir más barato. Y me contestó una de las cosas más bonitas que me han dicho jamás. Me dijo: No, sólo por verte, merece la pena venir aquí. Eso me dejó k.o. de cariño. Por desgracia tuvo una crisis y le hospitalizaron ese invierno, y no pudo venir en las fechas previstas. Entonces él, pasada la crisis ya, me hizo un regalo que más que el valor en sí, era el sentimiento con el que me lo dijo y me lo dió, lo que me llegó al alma. Eso fué lo que más valoré, cómo siempre hago, la verdad. Pero se pasó, y mucho. Sin decirme nada, y sin aceptar un "no" por respuesta, me hizo una transferencia, para que me sacara un billete de avión en primera a Puerto Rico, y de allí irnos juntos a Aspen, pues sabía que a mi sí me ilusionaba el ir allí. Antepuso mis deseos a los suyos. Yo le repliqué e intenté convencerle, pero me dijo cómo un niño: No, si yo lo que quiero no es esquiar realmente, sino jugar con la nieve, tirarme con un trineo, y estar contigo. Otra vez me dejó k.o. Eso me emocionó hasta límites insospechados. Pasamos los diecisiete días de fábula, y pasé diecisiete días de fábula con la pareja que más he querido, y aún recordando, quiero.
Si hay un cielo, desde luego que él está ahí.
No os he dicho su nombre, se me ha olvidado, perdón. Se llamaba Ramón, pero todos sus amigos y yo, le llamábamos Nomar, en plan cariñoso, que es Ramón, pero al revés.
Aún ahora, muchos días me acuerdo de él. No sabéis cómo era. Generosidad sin límites, buena persona hasta más allá, muy simpático, con mucho sentido del humor, muy inteligente, etc... Trabajaba cómo ingeniero para la Ford allí, en Puerto Rico, y las empresas automovilísticas, se lo rifaban. El siempre decía al final que no a todas, pues una vez enterados los de la Ford, le superaban la oferta. Hasta esos límites, no estoy exagerando nada. Cuando él estuvo conmigo, por ejemplo, tenía una oferta de la Nissan irresistible, y al final, la rechazó. En la oficina, sus compañeros siempre le decían: ¿Por qué nos dices que te vas a ir siempre, y luego nunca te vas? Je je je, me río.
Lo que no os he dicho es que yo le conocí, cuando él ya tenía el cáncer, pero a mi eso me daba igual. Yo cuando me enamoro de una persona, es de su interior, aunque la inmensa mayoría de las veces le ha acompañado por suerte el exterior. Y éste hombre, gran hombre cómo ninguno, ya os digo que no sólo era bello por fuera, sino inmensamente más por dentro. Me lo demostró con creces.
A él le dedico hoy también esta poesía, que en su día se la dediqué.
Es esta:
En el roce
en el contacto
en la inefable delicia
de la suprema caricia
que desemboca en el acto
hay un misterioso pacto
del espasmo delirante
y un infierno de agonía
se funden cuando eres mío
y soy tuyo un instante
Hasta que nos volvamos a encontrar Nomar.
Un beso muy fuerte de mi parte, desde esta cosa que llaman Tierra.
Te quiero, te he querido, y te recuerdo hasta más allá.

4 comentarios:

Max dijo...

Por tercera vez me has dejado sin palabras. Ójala tuviera yo alguien así, aunque sólo fuera por un tiempo a mi lado. Un beso muy fuerte, Max.

Alvaro dijo...

Personas cómo esas, una entre un millón, y a ti te tocó la lotería. Me alegro por ti. Un beso, Alvaro.

Javier dijo...

Se nota que le has querido, le quieres, y le añoras aún. Es lógico, me pasaría lo mismo. Mil besos. Javier

Brian dijo...

Que envidia, sana, claro. Efectivamente te tocó el gordo. Aunque sólo fuera por un tiempo, pudiste disfrutar de lo que a casi todos nos está vetado. Un besazo. Brian.